Historia

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Para conocer los asentamientos humanos más antiguos que se produjeron en las tierras de Gelves, tenemos que remontarnos en el tiempo hasta el Paleolítico Inferior. Época de la que, según los arqueólogos, datan los restos de útiles encontrados, en su mayoría guijarros tratados como utensilios cortantes.

Si nos adentramos en la Historia, las noticias más antiguas que hacen referencia a esta localidad las encontramos en los escritos del viajero romano Plinio, analizados muy acertadamente por el arqueólogo y erudito Rodrigo Caro. Siguiendo el cauce del río hacia su desembocadura, nos indica Caro, y pasado Osset (San Juan de Aznalfarache) discurre luego por el mismo lado del río, “Vergentum, quod Julij Genius”. Sobrenombre que tuvo Augusto, tío de Julio Cesar, al que adulaban con el nombre de Genio, de donde pudo derivar el topónimo de Gelves.

José María de Mena en su libro: “Historia de Sevilla”, expone que el sufijo (-uba y por consiguiente los nombres como Onuba, Gelduba (Gelves), Maenuba, etc...) proviene del pueblo Celtibérico, que fuera contemporáneo de los Turdetanos y descendiente del pueblo Tartesso. Por su parte Cesar Bermúdez expone que la primitiva Gelves se denominaba “Geldaba”, correspondiente a la región de los turdetanos; y así mismo, Serrano Ortega indica que se trata de la “Gelduba” turdetana, que más tarde, con la llegada de los árabes a la Península la llamaron “Ge-Bal”, que según la desafortunada traducción que realiza, significa “monte de recreo”. Vicente García de Diego también coincide con Serrano Ortega al indicar que la antigua Gelves se denominaba “Gelduba”, en árabe “Ge-bal”. Incluso se atreve a avanzar en sus afirmaciones indicando que en árabe más reciente se denominaba “Gibral”, que podríamos traducir por“altura”.

Hasta ahora, la versión más convincente es la que nos ha llegado de G. Chic García, quien asegura que el nombre de Gelves proviene de la palabra romana Olbensis, y que derivó con el transcurso del tiempo en Olbe / Huelbes / Yelbes / Gelbes. La base de tal afirmación proviene de unas ánforas encontradas en centroeuropa, que servían para el transporte de aceite, y que tenían grabado su lugar de origen. Por lo tanto, Gelves, como núcleo poblacional, estaría enclavado en el “fundus Olbensis”, o lo que es lo mismo, en una o varias explotaciones agrícolas, como lo demuestra la visita que nos hizo el arqueólogo francés Michel Ponsich, en 1974, quien encontró, tanto en las haciendas del Cañuelo, como en la del Pandero y Simón Verde, o en el mismo casco antiguo del pueblo, restos arqueológicos de época romana.

En época árabe, el núcleo urbano y topográfico de esta localidad se fue consolidando. Sus habitantes seguían explotando sus tierras; pero también se fueron incorporando otros ciudadanos cuyos oficios eran distintos (artesanos, mercaderes, funcionarios, etc...), quienes fueron otorgándole mayor consolidación a la población. En aquella época el lugar de encuentro común era la actual plaza de Joselito el Gallo, antiguo zoco árabe.

 

En 1247, se decide la toma de la ciudad de Sevilla por las tropas cristianas abanderadas por el rey Fernando III. Pero para ello, antes había que someter a las poblaciones ribereñas del Aljarafe, porque desde ellas se suministraba víveres a la capital. Así, entre agosto de 1247 y febrero de 1248, los campamentos cristianos se situaron en Aznalfarache y Tablada, con la flota en aquella zona del río. Tropas capitaneadas por el maestre Pelay Correa fueron contra Gelves arrasándola y pasando a cuchillo o apresando a los habitantes que no tuvieron ocasión de huir. En ese momento eran frecuentes las escaramuzas entre ambos bandos a campo abierto.

Durante el repartimiento, Gelves junto con otras poblaciones, pasaron a ser almacén de la corona. Tras la muerte de Fernando III, su hijo Alfonso X, le hace entrega a su hermano don Fadrique de esta alcarria. Pero por desavenencias, posteriormente el rey se la entrega primero al partidor Ruy López de Mendoza y después a la orden de Alcántara. Fue durante esta centuria cuando Gelves fue repoblada con familias castellanas y portuguesas.

Durante el reinado de Enrique II de Trastamara, Gelves pasa a manos de don Fernán Sánchez de Tovar. Así permanecerá durante los 70 años siguientes; hasta que por desavenencias de los Tovar con el rey Enrique IV, los primeros pierden la villa, mientras el monarca se la entrega en 1446 al conde don Gonzalo de Guzmán. El 21 de septiembre de 1459, Juan de Tovar, que se sentía ultrajado por la decisión del monarca, se apodera a la fuerza de la villa. Ante esta situación, el monarca Enrique IV ordena a los nobles sevillanos leales a él, que intervengan en el conflicto y no permitan que los de Tovar dispongan del lugar de Gelves. En su testamento, don Gonzalo de Guzmán pide que la villa de Gelves sea vendida y con el dinero se costee la liberación de cautivos, se dote a doncellas huérfanas de hijosdalgos, y se paguen obras pías. Así, sus hijos le venden la villa a don Pedro Girón, conde de Ureña, en dos veces: una mitad en 1459 y la segunda en 1462.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, los de Tovar siguen reclamando la posesión de la villa, lo que trae consigo que los citados monarcas ordenen, en enero de 1478, el secuestro del lugar. Así Gelves es entregado al cardenal Mendoza, quien le da poderes para su tutela al secretario, don Francisco de Madrid, pasando su administración a manos de don Diego de Merlo, Asistente de Sevilla. Importante fue el aporte económico que hicieron los gelveños a las campañas militares de los Reyes Católicos, por lo que los monarcas le otorgaron a la población el privilegio de estar libres del impuesto de alcabalas. Asimismo, durante esta época y hasta el siglo XVIII, fue importante la presencia de gelveños en la colonización de las tierras del nuevo mundo.

En Villalpando, el 13 de junio de 1527, los duques de Frías venden la villa a don Jorge Alberto de Portugal y Melo por 10 cuentos de maravedís, o lo que es lo mismo, por 10.000 maravedís. Y en Barcelona, el 20 de junio de 1529, el monarca Carlos I le otorga a don Jorge el título de conde de Gelves. Diez años después, éste aportará a su estado señorial sus dominios de los lugares de Villanueva del Ariscal, el donadío del Almuédano, y Torrequemada; además de otras posesiones que tenía en otros lugares. El 24 de septiembre de 1543, en sus aposentos de los Reales Alcázares de Sevilla, muere el primer conde de Gelves, siendo su voluntad ser enterrado en la Iglesia Parroquial de su villa de Gelves y ante el altar mayor. A su muerte le sucede como segundo conde su primogénito, don Álvaro de Portugal y Colón, quien destacó por sus labores de mecenazgo de poetas y escritores durante el segundo tercio del siglo XVI. Entre sus protegidos destaca Fernando de Herrera “El Divino”, quien halagó en numerosos poemas la belleza de la esposa de su anfitrión, doña Leonor de Milán, sirviéndole de fuente frecuente de inspiración.

A finales del siglo XVI, y tras un laborioso pleito por la posesión del ducado de Veragua, al haber muerto don Luis de Colón sin sucesión, el citado título pasó a manos del primogénito de don Álvaro y doña Leonor; es decir, a don Nuño de Portugal, ya que la esposa del primer conde de Gelves, doña Isabel de Colón, era hermana del citado don Luis y biznieta del descubridor de América. Este título sería ostentado por dicha noble casa hasta finales del siglo XVIII, fecha en que el condado pasa, por enlace matrimonial, a la casa de Alba.

Durante los siglos XVII y XVIII Gelves era famoso por sus finas aguas, clima benigno y bellos parajes. Bajo el mandato de los duques, el condado de Gelves adquirió una vida social notable e importante, teniendo en cuenta que a mediados del siglo XVII y por orden del Asistente de Sevilla, las embarcaciones que subían el Guadalquivir camino de la capital, fueron obligadas, a consecuencia de los actos vandálicos que los marineros protagonizaban en la capital, a atracar en tres pueblos ribereños: Coria del Río, Gelves y San Juan de Aznalfarache. Este hecho motivaría un movimiento de población importante de agricultores, mercaderes, artesanos, etc...

En el siglo XIX Gelves aparece como una villa pintoresca, rodeada de feroces y fértiles huertas de frutales, hortalizas y viñas. También fue refugio e inspiración de viajeros románticos que vieron en su fisonomía una estampa ideal y novelesca. En esta centuria y después de 300 años de señorío feudal, se abolió el antiguo régimen, y como consecuencia de ello, se constituyeron los municipios independientes, adoptándose por el primer cabildo constitucional el escudo heráldico que ostenta hoy el municipio. Sin embargo, las tierras siguieron perteneciendo a la casa de Alba, hasta que en 1974 empezaron a venderse a los colonos por medio del IRYDA y a ceder otras propiedades por propia voluntad de los duques.

Gelves se ha caracterizado siempre por sus fértiles tierras, origen y cuna de sus habitantes, que desde las épocas más remotas, especialmente la musulmana por sus plantíos de garbanzos y granados, hasta nuestros días, ha acaparado la atención de los forasteros que han llegado a este municipio. Asimismo, ha destacado por sus manantiales de aguas cristalinas, cuya acción terapéutica ya se conocía en el siglo XVIII.

Durante la época romántica, Gelves salta al primer plano de la literatura nacional. “Don Álvaro o la fuerza del sino”, del Duque de Rivas; “Simón Verde” de Fernán Caballero; o “Las márgenes del Guadalquivir” de Edmundo Noel, son algunas de las obras literarias en las que aparece Gelves como marco donde se desarrollan escenas de dichas obras. También tenemos famosos viajeros que realizaron una poética descripción de este pueblo; entre ellos tenemos al escritor norteamericano Washington Irving, Francisco Rodríguez Marín, Karl Baedeker, etc...

Por último no debemos olvidarnos, que en Gelves nacieron personajes importantes, como fueron los toreros: Manuel Domínguez Campos, alias “Desperdicio”; y José Gómez Ortega, más conocido con el sobrenombre de “Joselito el Gallo”, ambos nacidos en el siglo XIX.

En la imagen, Joselito el Gallo en una de sus tantas faenas exitosas de 1919.